"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
La burbuja de los cuidados
Por Enrique Galván, director de Plena inclusión España
28/05/2021
Raramente voy a una sucursal bancaria, pero esta semana tuve que hacer una gestión de forma presencial. Mientras esperaba, fui testigo de una situación que me alertó sobremanera. Delante de mí era atendido un hombre de edad avanzada, acompañado de una mujer madura que parecía ser su hija. Ellos querían retirar dinero en efectivo, mientras la cajera amablemente les ofrecía un reloj con alarma, pensado para proteger y alertar a las personas mayores por si salían de paseo y tenían algún problema. Eran muchas sus funcionalidades: te tomaba el pulso, la temperatura, chequeaba si estabas en movimiento, dónde estabas; y si era necesario, emitía una señal para que desde una centralita enviaran a alguien para socorrerte.
En la explicación posterior, resultó que ya no era solo un reloj. También le instalaban un terminal en el domicilio para poder realizar consultas online, suministrar pedidos de medicación de los diferentes tratamientos que tuviera y mucho más. Finalmente, salió a colación que una empresa que yo conocía por sus servicios de seguridad privada, atendería personalmente incidencias acudiendo al hogar. La acompañante, ante tal despliegue, preguntó: “¿Y todo eso te lo dan por comprar un reloj?" La cajera aclaró que había una cuota mensual con un contrato que supone un servicio que supone unos gastos, etc. Me recordó a otras prácticas y momentos donde lo relevante era vender y vender y vender, sin reparar en quién tenemos delante, qué necesita, y cómo debemos informar. Sería bueno, en principio, saber al menos: ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Qué necesita? Seguro que también os suena.
La sociedad de los cuidados tiene que contar con un marco referencial. Habría que aclarar qué son los cuidados bien dados desde una ética aplicada del buen trato, desde modelos de atención contrastados y basados en la evidencia. Siempre con una garantía de derechos, formación y competencias acreditadas para la intervención social. ¿Recordáis las empresas de la construcción y su irrupción en la dependencia?
Por eso es tan importante incorporar los apoyos a los cuidados. Los apoyos se refieren a los ajustes necesarios y personalizados para una vida buena, desde el reconocimiento de la capacidad para tomar decisiones y respetando el estilo de vida de cada persona. Los cuidados complementan las necesidades que desde el principio de autonomía y la planificación de apoyos se observan necesarias, pero no más. Entonces hablamos de apoyos autodirigidos. Evitemos un neoproteccionismo que legitime la invasión de las intervenciones generalizadoras e impuestas sobre la vida de las personas. Recordemos que venimos de ahí. No demos la vuelta a la rotonda para volver por donde venimos.
Un modelo de apoyos y cuidados que desconozca nuestra original forma de ser, nuestra historia, nuestros contextos, funcionará como los sistemas de consumo voraz. Así generaremos más dependencias para cubrir las demandas necesarias, para sostener nuestros planes de negocio. Construiremos algoritmos que reforzarán nuestros intereses. Haremos un lavado de cara reputacional a los enfoques y modelos deshumanizantes que nos han traído hasta aquí. Acabaremos con una tecno-institucionalización en nuestra propia casa.
Un enfoque sostenible, ético, basado en derechos y en comunidad exige que para hablar de prestaciones, servicios y apoyos tenemos que previamente encontrarnos con las personas en una relación significativa y en la comprensión de su realidad, su historia y su ciudadanía plena. Si no, vendrá una mal entendida teleasistencia avanzada que nos servirá para eliminar, teóricamente, las listas de espera y calmar nuestra mala conciencia con servicios empaquetados, baratos, precongelados, que metiendo más cacharros en muchas casas, con inteligencia artificial, internet de las cosas y demás innovaciones no impacten en nuestra vida y en lo que queremos las personas. Lo hemos visto en la COVID: pedimos más piel, más encuentro, más comunidad, más calor humano.
La cajera no sabía cómo se llamaba aquel señor. Para saberlo solo necesitaba mirar su DNI.